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06/10/2025El pasado 25 de mayo tuvo lugar en Madrid una manifestación curiosa. Se había convocado a una marcha “por la defensa de la Sanidad Pública”, pero no contaba con entidades sanitarias entre los organizadores (convocaba la plataforma “Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid”). Defendía la necesidad de una mejora en las listas de espera, pero se circunscribió a una Comunidad Autónoma, la de Madrid, que está entre las que cuentan con mejores datos. También protestaba por la falta de profesionales en Atención Primaria -médicos de familia y pediatras-, pero sólo culpaba a la Comunidad, cuando es una competencia compartida con el Ministerio, que habilita las plazas MIR que luego presume de completar. Para terminar, parte de la protesta pasó por la misma puerta del Ministerio de Sanidad sin gritar ninguna consigna, sin un solo reproche a Mónica García. Ni siquiera una triste foto.
Da la impresión de que el motivo principal para la convocatoria fue sacar a pasear el “ninot” de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que hace un par de años una de las declaradas asociaciones de vecinos compró a un artista fallero. No extraña, por tanto, que la asistencia a la misma fuese muy inferior a otras marchas similares anteriores, según datos de la Delegación del Gobierno.
Aunque algunos se afanaban en encontrar “batas blancas”, esto es, profesionales sanitarios entre los asistentes, no era tarea fácil, pues si estuvo alguno, fue a título personal, y ninguna organización de relieve se sumó a la convocatoria.
Sin embargo, a buen seguro la ministra de Sanidad, Mónica García, usará esta manifestación en su favor, pues ha demostrado ser seguidora de la consigna “la mejor defensa es un buen ataque”. Y en las próximas semanas va a tener que hacer esfuerzos para defenderse de lo que se le avecina: las protestas de los facultativos por el nuevo Estatuto Marco. Los sindicatos médicos mantienen la huelga convocada para el próximo 13 de junio, pues el texto entregado por el Ministerio ha supuesto una decepción para las organizaciones mayoritarias, que se quejan de que su jornada quede supeditada a criterios ambiguos e irregulares que precarizan su actividad, aunque García ya tuvo que renunciar -a regañadientes- a la exclusividad de los MIR en la pública tras su formación. Esta sí será una protesta que alcanzará a todas las CC AA, y García se verá obligada a lo que más detesta: mirar más allá de Madrid.
«Porque cuando se mira fuera de las fronteras de la Comunidad, a veces, los autoproclamados defensores de la Sanidad no encuentran el paraíso que buscan»
Madrid es una de las capitales más pobladas de Europa, sólo por detrás de Londres y París, con una densidad de población que multiplica la de cualquier otra ciudad en España. Esto es extensible a varias grandes ciudades de la Comunidad. Gestionar la sanidad de más de siete millones de personas no es sencillo. Sin embargo, ahí están los indicadores:
Madrid es la Comunidad Autónoma con mayor esperanza de vida al nacer y una de las regiones europeas más longevas. La Comunidad cuenta con seis hospitales en el ‘ranking’ de los diez mejores en España, incluidos de gestión privada.
Además de a su población protegida, la sanidad madrileña también da servicio a muchos pacientes desplazados desde otras regiones. Como ejemplo de lo que esto supone, de los 334 Centros y Unidades de Referencia acreditados por el Ministerio de Sanidad en toda España, casi un centenar está en Madrid.
En cuanto a las listas de espera, uno de los principales mantras de la manifestación, Madrid es la región con menor tiempo medio de espera, 48 días, y con menos pacientes que tienen que aguardar más de seis meses para ser intervenidos, apenas un 0,3%. Estos buenos resultados son consecuencia, en parte, de la aportación del sector privado.
Los ataques a la sanidad privada fueron también una constante en la manifestación. Pero hay que recordar que la colaboración público-privada en Sanidad ha sido y es un modelo adoptado por todas las CC AA, en el ejercicio de sus competencias, con distintas fórmulas. Este modelo ha dado como fruto algunas de las iniciativas más exitosas de nuestro Sistema Nacional de Salud.
En concreto, en la Comunidad de Madrid, bajo la presidencia de Isabel Díaz Ayuso, junto a la Consejería de Sanidad, ha apostado de forma clara y decidida por la gestión sanitaria con mayúsculas y esto incluye aprovechar al máximo los recursos públicos y privados. Y todos los que formamos parte de este sistema trabajamos codo con codo para alcanzar mejores resultados cada día. Lejos de dejar de lado los centros públicos en favor de los privados, la Comunidad apuesta por ellos a la vez que ejerce una labor de coordinación para sacar el máximo partido a la pública y la privada. Como ha señalado la consejera de Sanidad, Fátima Matute, la Comunidad invierte “en nuestros hospitales”, entre los que se encuentran tanto los de gestión directa como los de gestión indirecta.
«Se trata de un modelo ejemplar de colaboración público-privada, al que no parece razonable renunciar, en favor de un modelo unitario de gestión pública, que podría dejar desatendidos a muchos ciudadanos»
La sanidad privada en Madrid aporta el trabajo de 70.000 profesionales, en 49 centros, con 6.800 camas, 250 quirófanos, y una parte sustancial y puntera de la tecnología sanitaria.
Entre cuatro de los hospitales concertados o concesionados en la Comunidad prestan asistencia al 25% de los habitantes de la región. Todos ellos tienen garantizada su atención médica de la manera más completa y dentro de un marco jurídico con todas las garantías, bajo criterios de calidad y seguridad.
Se trata de un modelo ejemplar de colaboración público-privada, al que no parece razonable renunciar, en favor de un modelo unitario de gestión pública, que podría dejar desatendidos a muchos ciudadanos.
Mención aparte merece una sección de esta protesta, la que pretende abrir una causa varias veces archivada por la justicia: los fallecimientos en residencias de mayores durante la pandemia. Su objetivo declarado es la confrontación, pero no está de más recordar que, cuando se habla de algo tan sensible como lo que ocurrió en la primavera de 2020, atacar a la presidenta de la Comunidad o frivolizar con un muñeco de cartón deja de ser una estrategia política. Equivale a atacar a los madrileños, en especial a quienes trabajamos en el sector sanitario.
Enfermeras, facultativos, farmacéuticos, técnicos de laboratorio, celadores y muchos otros. Todos, en hospitales públicos y privados, realizaron una tarea insustituible en momentos de gran peligro, y no es de recibo que se ponga en duda su labor en esos momentos y, mucho menos, que se manche la memoria de los que ya no están, pues el sanitario fue uno de los sectores más golpeados de la pandemia. Por mucho que se busquen excusas para manifestarse un domingo. Y por mucho que confrontar con lo que ocurrió hace cinco años sea tentador para algunos, para ocultar los problemas de hoy.